A lo largo de su desarrollo, los niños van adquiriendo determinadas habilidades y comportamientos. Estos suelen aparecer en tiempos más o menos establecidos a nivel general, aunque hay márgenes temporales dentro de la normalidad. Cuando estas habilidades o comportamientos no aparecen, o aparecen más tarde de lo normal se habla de retraso psicomotor.
¿QUÉ ES EL RETRASO PSICOMOTOR?
A lo largo de su desarrollo, los niños van adquiriendo determinadas habilidades y comportamientos. Estos suelen aparecer en tiempos más o menos establecidos a nivel general, aunque hay márgenes temporales dentro de la normalidad. Cuando estas habilidades o comportamientos no aparecen, o aparecen más tarde de lo normal se habla de retraso psicomotor.
Por ejemplo, la capacidad de caminar de manera autónoma, que suele alcanzarse sobre los doce meses, puede adquirirse varios meses antes o después aunque sin que esto quiera decir que tenga retraso psicomotor. Por lo tanto no hay que confundir retraso psicomotor con el que el niño tarde más que otro niño en desarrollar o adquirir ciertas habilidades, siempre dentro de un margen de tiempo considerado “normal”.
La sospecha de retraso psicomotor es uno de los principales motivos de consulta en pediatría y normalmente aparece durante los tres primeros años de vida. Este puede afectar no solo al desarrollo motor sino también a varias áreas (comunicación, relación o juego con los demás) o a una sola área y por lo tanto ser menos evidente.
El daño del sistema nervioso central es la base del trastorno en los niños con retraso psicomotor y suele producirse por problemas surgidos durante el embarazo o en el parto como la hipoxia (falta de oxígeno antes o durante el nacimiento del niño), la toxoplasmosis congénita o trastornos metabólicos genéticos o no genéticos, entre otros.
Existen señales que nos pueden indicar un retraso psicomotor por ejemplo:
- Problemas con el control cefálico, que suele estar adquirido a los 3-4 meses.
- Dificultad en el control de tronco (postura que adoptan sentados sin apoyo posterior) que suele estar adquirido a los 6 meses.
- Poco interés por lo que le rodea a los 6 meses, se muestra distante y retraído, se mira constantemente su mano o para jugar usa solo una de ellas, se irrita con facilidad.
- Ausencia de interés por desplazarse por su entorno ni siquiera gateando sobre los doce meses, muestra un babeo continuado o se lleva a la boca cualquier objeto que le rodea.
- Problemas para relacionarse con los demás en torno a los dos años, déficit de concentración en determinadas tareas, tira todo lo que ve de forma repetitiva.
En cualquier caso, es importante para iniciar un tratamiento precoz y adecuado que conste de un equipo multidisciplinar especializado, ya que las alteraciones motoras pueden empeorar repercutiendo de forma muy negativa en su vida adulta.