La artritis reumatoidea es una enfermedad crónica de origen desconocido que afecta a varios órganos y sistemas. El signo más característico es la sinovitis persistente, es decir, una inflamación del líquido sinovial que se produce de manera persistente y que, secundariamente, al estar creciendo de manera no controlada la membrana sinovial que tapiza la articulación y que llega hasta el borde del cartílago articular, va sobrepasando cada vez más el borde del cartílago articular y va invadiendo el territorio de este.
A medida, que se invade el territorio del cartílago, se van produciendo destrucciones de este ya que no se nutre, se forman erosiones en el hueso subcondral y las articulaciones comienzan a deformarse.
La artritis reumatoidea tiene repercusión en el estado general del paciente. Hay manifestaciones extraarticulares de esta enfermedad que pueden afectar al pulmón, a las vísceras y de alguna forma plantea indicaciones distintas en cuanto al tratamiento por estas posibles repercusiones.
El mecanismo de la lesión se basa principalmente en la afectación sinovial, que inicia y condiciona las alteraciones que se van a producir en las articulaciones, especialmente en las pequeñas articulaciones de manos y pies y eventualmente, la sinovial afecta también a las vainas tendinosas que tienen recubrimiento por dicha membrana.
Por tratarse de un proceso poliarticular, es preciso establecer un plan terapéutico de prioridades para ir resolviendo los problemas funcionales que se plantean en cada articulación.
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